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Una crisis se define como un momento de extrema dificultad o problema. No hace falta decir que COVID-19 ha puesto a nuestras familias, colegas y comunidades en situaciones sin precedentes donde el caos y la incertidumbre han creado estrés y ansiedad.
Nuestras prioridades deben ser la familia, la comunidad y el país, y cada uno de nosotros como líderes, nos demos cuenta o no, somos elementos clave para mantener las estructuras sociales que nos ayudarán en este momento difícil. Si aceptamos el desafío, la crisis pasará. Si no lo hacemos, se quedará.
La familia es lo primero y los líderes familiares deben abordar esta crisis con cuidado y rapidez. No soy terapeuta familiar (mi experiencia en comunicación proviene del mundo corporativo), pero la orientación que he recibido de expertos es ser lo más transparente posible y tranquilizar a su ser querido sin crear expectativas o promesas incumplidas.
En definitiva, gestionar las expectativas.
Si bien cada líder empresarial enfrenta diferentes desafíos, obligaciones y audiencias, los fundamentos de la comunicación de crisis corporativa son consistentes con las mejores prácticas de los padres, los políticos y el clero: Transparencia, Autoridad, Consistencia, Sobrecomunicación, Social (TACOS).
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