La respuesta de Singapur al trato con Wikileaks: el diablo está en los detalles

Los periódicos de la semana pasada gritaron sobre los debates parlamentarios que involucraban a Wikileaks. Se informó que los destinatarios de la información filtrada, así como los que la publicaron, serían procesados.

El ministro de Asuntos Internos y de Leyes, K Shanmugam, citó que, en virtud de la Ley de Secretos Oficiales, cualquier persona que desempeñe un papel puede ser procesada.

A primera vista de los titulares, parece que la mera recepción de información gubernamental filtrada sería procesable. De manera alarmante, los informes sugirieron que recibir un correo electrónico que contenga tal información, aunque uno no la haya pedido, o abrir su periódico diario podría ser un acto delictivo. Sin embargo, eso no sería exacto.

La ley generalmente requiere dos características antes de que se pueda imponer una sanción penal: un acto (actus reus) y la intención de actuar (mens reus). El mero recibo no sería suficiente para imponer responsabilidad legal.

Una revisión rápida de la Ley de Secretos Oficiales respalda la declaración del Ministro; se requeriría algún papel adicional: una persona que llega a estar en posesión de información oficial comete un delito si usa o retiene la información sin permiso, o si tiene algún deseo de recibirla. dicha información oficial.

Los demás podemos dormir tranquilos.

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