Los mosquitos no son solo una molestia. Junto con sus picaduras que pican, propagan enfermedades graves, como la malaria, el dengue o el zika, que, como ha señalado el cofundador de Microsoft, Bill Gates, matan más gente cada día que tiburones han logrado hacer en todo un siglo.
Un informe de Yale publicado el año pasado también sugiere que el cambio climático empeorará el problema. Por lo tanto, contar con sistemas de detección temprana para implementar rápidamente controles preventivos es crucial para proteger a las personas.
El Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) de Cataluña, España, ha comenzado a utilizar inteligencia artificial (IA), sensores y comunicaciones por satélite para automatizar el proceso de atrapar mosquitos y clasificarlos según la especie, el sexo, la edad y su potencial para causar infección.
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Las trampas no son una nueva técnica de control. En muchos países, las inspecciones manuales de trampas de campo son realizadas por investigadores o técnicos capacitados.
Sin embargo, estas inspecciones requieren mucho tiempo, son costosas y clasificar los mosquitos con precisión a simple vista requiere mucha experiencia, dice a MarketingyPublicidad.es la Dra. Sandra Talavera, investigadora del Centro de Investigación en Salud Animal IRTA-CreSA.
Esa es una de las razones por las que el IRTA, propiedad de la Generalitat de Cataluña, ha decidido adoptar el sistema Vectrack, financiado por el programa Horizonte 2020 de la UE.
Las primeras fases de prueba con trampas las está llevando a cabo la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB), que se encarga de la vigilancia y control de mosquitos en el entorno urbano de la ciudad mediterránea.
Vectrack ha sido desarrollado por Irideon, una empresa hispano-alemana con sede en España, que comercializa productos basados en sensores para diversos sectores. El sistema permite a los investigadores combinar procesos de muestreo tradicionales con técnicas de modelado y detección remota para desarrollar mapas de riesgo.
Las trampas son similares a las que ya están en uso, pero agregan sensores optoelectrónicos, lo que permite el conteo y la clasificación remotos y automatizados de los mosquitos objetivo «según la frecuencia de vuelo y la forma de su cuerpo», dice Talavera.
El compañero investigador, el Dr. Carles Aranda, explica que los mosquitos se sienten atraídos por las trampas porque los dispositivos «emiten dióxido de carbono como entrada y luego succionan los ejemplares hacia adentro para que no se escapen».
Los sensores también recogen datos de temperatura y humedad relacionados con la posición GPS de la trampa. Convierten la cinética morfológica, fisiológica y de vuelo de los mosquitos en una huella digital del insecto.
João Encarnação, director comercial de Irideon, explica que el uso de sensores es más eficiente que usar fotos o videos de las trampas y luego analizar la información.
El alto costo de la entrega de datos y el consumo de energía involucrados en el uso de fotos o videos harían que la tecnología fuera demasiado costosa para implementarla en la vigilancia de campo.
Además, otra ventaja de los sensores Vectrack es que se pueden instalar en casi cualquier parte del mundo, ya que son compatibles con una variedad de protocolos de comunicación, incluidos 2G, 3G, 4G, Wi-Fi, tecnologías LPWAN NB-IoT y LoRA, e IoT satelital.
La información obtenida es enviada a la nube, analizada por algoritmos y luego procesada en sistemas de información geográfica, proporcionados por la empresa belga Avia-GIS Software. Luego, los datos se integran con la información satelital de la Agencia Espacial Europea (ESA).
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Este proceso permite a los investigadores desarrollar mapas de riesgo en tiempo real para organismos de salud pública regionales, nacionales e internacionales, como el Centro Europeo para el Control de Enfermedades. Los mapas pueden potencialmente ayudar a las autoridades a prevenir enfermedades y contener epidemias más rápidamente.
En un experimento anterior, los sensores optoelectrónicos ya fueron capaces de diferenciar la especie, el sexo y la edad de los mosquitos en un rango de eficiencia del 61% al 99%. Por lo tanto, las esperanzas son altas para el nuevo sistema.
Y eso es una buena noticia porque desde que se puso en marcha el Protocolo para la Vigilancia y el Control de las enfermedades transmitidas por mosquitos en 2014, se han detectado en Cataluña un total de 507 casos de dengue, dos de los cuales eran autóctonos, es decir, no traídos de en el extranjero, y en el conjunto de España se han producido siete casos de dengue autóctono.