Según un nuevo estudio, la mayoría de los consumidores brasileños aún no están seguros de compartir sus datos bancarios a cambio de mejores ofertas y beneficios, como ofertas personalizadas bajo el modelo Open Banking.
Open Banking, un método que permite a las empresas de servicios financieros de terceros acceder a la banca de consumo, transacciones y otros datos a través de interfaces de programación de aplicaciones (API) y otros datos a los que se accede a través de interfaces de programación de aplicaciones (API) con su consentimiento, se está introduciendo en Brasil en una manera escalonada.
Según una investigación sobre banca abierta en seguros realizada por la consultora Bain & Company NPS Prism, el 59% de los consumidores en Brasil no tiene intención de compartir sus datos con firmas de servicios financieros.
Los factores detrás de la vacilación incluyeron la renuencia de los consumidores a compartir sus datos con las empresas (35 %), seguidos por el 34 % de los consumidores que expresaron falta de confianza en los procesos de seguridad detrás de Open Banking. Por el contrario, al 33% le preocupa recibir demasiadas llamadas y contactos en frío de las empresas.
Entre los encuestados que aceptaron compartir datos (41 %), los factores clave para decidir hacerlo incluyeron la reputación de la empresa con la que compartieron datos (59 %), seguida de la transparencia de cómo se transfirieron los datos Nivel de servicio al cliente brindado (43 %), beneficios brindados (38%) y referencias de familiares o amigos (23%).
El estudio Bain & Company/NPS Prism se realizó con 3500 encuestados en Brasil entre el 21 de agosto y el 10 de septiembre.
Otro estudio de 2000 encuestados publicado en mayo de 2021 por el banco digital brasileño C6 Bank encontró que el 43% de los consumidores no tienen interés en compartir sus datos. El estudio encontró que las mujeres y las personas de 55 años o más eran los subgrupos del grupo que más dudas tenían.
El banco central aprobó el proyecto de Banca Abierta de Brasil a principios de 2019 como parte de una agenda de modernización más amplia para el sistema financiero del país. Después de algunos retrasos, se espera que el modelo se implemente por completo en Brasil en septiembre de 2022, en lugar de fines de 2021 como se planeó originalmente.